Las estaciones de tren tienen algo que me fascina. Son un lugar de encuentros y de desencuentros, como una encrucijada en el camino de mucha gente. Miles de caras se cruzan y no se volverán a ver.
Pero a pesar de eso, me encanta.
Ayer por la noche, la estación de Palencia rebosaba de gente, que se agolpaba en el andén a la espera de poder salir a la calle, de recoger a la gente que venía del tren o para subir a él. Sin embargo, la estación de Venta de Baños estaba completamente vacía. Era como si nadie esperara a nadie, como si todos se hubieran olvidados de ese pueblo de repente. Me pareció triste, aquel abandono repentino.
¿Veis? A eso me refiero cuando hablo de una estación de tren. De ese lugar de encuentros y desencuentros.
sábado, 22 de enero de 2011
#61
Publicado por Vainilla en 12:32
Etiquetas: en la boca del estómago
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