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miércoles, 19 de octubre de 2011

#160



‎"Muchacha, te contaré algo: el mundo está lleno de historias. Todas las personas y todas las cosas tienen historias que contar. A algunas de ellas se llega a través de gente como yo, que las relata para que no se olviden. Otras, en cambio... se viven"

Dónde los árboles cantan.

martes, 11 de octubre de 2011

#159



Si... días extraños. Días que no soporto tener en el calendario. Me cansan, me agotan, me sobrepasan. Están por encima de mí y yo contra eso no puedo hacer gran cosa. A veces pienso que soy demasiado empática o que me gusta meterme hasta el fondo en los sacos de mierda de los demás, no lo sé muy bien.

Como decía ayer a alguien, creo que no estaré del todo bienhasta que el resto del mundo se solucione. Hasta que todo no se arregle, yo no me arreglaré. Triste, pero es cierto.

Que le jodan al mundo. Si todo esto es una broma, no tiene ni puta gracia.

lunes, 10 de octubre de 2011

#158



Ha sido una semana tan intensa que ni siquiera me sale resumirlo a una entrada de blog. Es... imposible, y eso que lo he intentado y odio la palabra imposible. Pero es así. Demasiadas cosas. Demasiados pensamientos. Demasiado de todo y muy poco tiempo para no hacer nada o simplemente tirarme en la cama con un té caliente entre las manos.

Ojalá se esfume. TODO. Y me deje en paz.

Pero... empieza el frío. Lo noto porque duermo con manta y me pongo calcetines y pantalón largo. Es agradable volver a sentir el viento de mi tierra.

viernes, 7 de octubre de 2011

#157



Creo que echaba de menos volver a casa un jueves por la noche, sola y con música...

jueves, 6 de octubre de 2011

#156



RECUERDO (Ismael Serrano, Un lugar soñado)

Quizá les haya pasado en alguna ocasión. Quizá, alguna vez, caminando por la calle les pareció ver, entre el tumulto de la gente a una persona a la que amaron hace mucho tiempo. A penas fue un instante, un breve destello de luz, el suficiente como para dejar una quemadura en la retina y en el alma, el suficiente como para dejarte paralizado en mitad de la acera, sintiéndote a contracorriente de todo, sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Y se le llena a uno la cabeza de recuerdos.

Y el caso es que no estás seguro de que se trate de esa persona porque primero fue, como digo, un breve instante y, en segundo lugar, porque hace tanto tiempo desde la última vez que os visteis que… que todos hemos cambiado en este tiempo. Y tú también, aunque a veces te niegues a reconocerlo. Y está bien que así sea.

El caso es que entonces uno queda dudando en mitad de la acera pensando si no será que uno confunde la realidad con el deseo. Quiero decir que, quizá, si se trate de esa persona, pero a lo mejor no. A lo mejor uno lo desea tanto que la inventa entre la gente, desapareciendo y apareciendo, apareciendo y desapareciendo.

Y no digo que quedara algo urgente por decir, algo pendiente. Quizá no sea eso, quizá sea un deseo inconsciente. Y uno sólo quiere encontrase con ella para decirle cualquier tontería. Quizá para recuperar un retazo de aquellos tiempos en los que éramos eternos e invulnerables. Quizá sólo para decir “¿qué ha sido de ti en todo este tiempo?”, “¿qué fue de nosotros?”, “¿qué ha sido de mí?”

Algo parecido ocurre en la canción que vamos a cantar ahora. Transcurre en el metro de mi ciudad, Madrid. Es la historia de un tipo que entra en el vagón de metro y encuentra en el asiento de enfrente a una muchacha que le recuerda a una mujer a la que amó. O quizá sea ella. No lo sabe, y está, también, lleno de dudas. Lo que voy a contar a continuación lo entenderá quien conozca la canción. Quien no conozca la canción tendrá que esperar a que la cantemos para entender lo que voy a contar a continuación.

Muchos familiares y amigos, amigas, se acercan para preguntarme sobre esta canción. Sobre el final de la canción, más bien, para preguntarme qué demonios le pasa por la cabeza a la muchacha que protagoniza dicho final. Nunca puedo satisfacer a quien pregunta porque no tengo ni puñetera idea de lo que le pasa por la cabeza a la muchacha. Pero sí sé algo. Sé que un día todo cambiará. Espero que más pronto que tarde, pero, un día, las cosas serán diferentes. Un día, el muchacho entrará en el vagón y la encontrará en el asiento de enfrente, radiante y luminosa. Y se acerará a ella. Y le hará la pregunta que siempre le hace al terminar la canción. Y, un día, todo cambiará.

Ella se levantará de su asiento sosteniéndole la mirada; el metro detendrá su ritmo; todas las cabezas se girarán hacia ellos. La ciudad también se detendrá. La gente parará en las aceras; los coches, en mitad de la calle. Las palomas, en mitad del vuelo. Ella se acercará mucho a él. Y un día le responderá de forma muy diferente a como lo hace en la canción.

martes, 4 de octubre de 2011

#155



Tengo miedo. Pero no un miedo normal, si no un primitivo, real, oculto entre las sombras de mi propia alma y de mi propio estómago. Un miedo que inunda hasta mis más profundos sueños porque no hago más que pensar en él desde que apago la luz hasta que me duermo.

Porque, ¿qué pasa si no consigo ilusionarme por nada de lo que pasa en mi vida? Siempre he sido una persona que se emociona con cada mínima cosa que pasa en la vida de los que tienen alrededor: un enamoramiento, un viaje, una nueva oportunidad, un aprobado... ¿Qué pasa si he perdido esa capacidad de emocionarme con lo que soy yo misma? ¿Será que me lo tomo todo con una filosofía con la cuál no me tomo el resto de las cosas?

Es como si necesitara emocionarme con el resto para vivir una vida tranquila dentro de mí. O como si, al no encontrar motivos en mí misma para emocionarme, los encuentro en los de los demás.

Me aterroriza.

domingo, 2 de octubre de 2011

#154



Ya es hora de tomarse en serio las cosas. Ha empezado octubre con su extraño calor y sol brillante, al igual que han empezado los viajes rutinarios en autobús y las cuatro horas y media diarias en la facultad.

Ya es hora de tomarse en serio las cosas. TODO.